viernes, 15 de abril de 2011

DESAPARICIÓN EN EL ÁRTICO

EL EXTRAÑO VIAJE DE FRANKLIN

En el año 1845 el Almirantazgo británico decidió enviar una expedición al Ártico con el objeto de descubrir el mítico paso del Noroeste, una vieja obsesión de los ingleses que reportaría enormes ventajas al Imperio. La expedición resultó ser una catástrofe pese a que fue preparada minuciosamente y son muchos los que sospechan que no sólo se trató de una aventura fallida sino que durante la misma se dieron extrañas circunstancias que pasamos a detallar.

La expedición fue encomendada a sir John Franklin, veterano de Trafalgar, ex gobernador de Tasmania, avezado marino y experto en expediciones árticas. Los 128 hombres que le acompañaban, todos expertos en expediciones en el Polo, iban en dos barcos excelentes el HMS Erebus y el HMS Terror, perfectamente equipados con potentes motores a vapor, con las proas reforzadas con placas de hierro para romper el hielo y pertrechados incluso con desaladoras y abundantes provisiones (para tres inviernos) entre las que se incluía la novedosa existencia de carne enlatada. Este último detalle es importante, recuérdelo el distinguido lector.

Todo estaba minuciosamente preparado y se calculaba que tardarían tres inviernos en cumplir el objetivo.

No se volvió a saber de ellos.

Durante cinco largos años no hubo noticias de los expedicionarios, de hecho, muchos de los barcos enviados en su búsqueda desaparecieron también, pero en 1850, al fin, se hallaron las tumbas de tres miembros de la tripulación en la isla de Beechey.

Hasta ahí, las cápsulas que llevaban los expedicionarios para dejar mensajes y que habían sido halladas solo decían: “Todo va bien”.

Extraño, ¿no? ¿Dónde se habían metido?

En 1854 (nueve años después de la partida de Franklin) el explorador John Rae obtuvo una interesante información, los esquimales le contaron que seis años antes habían visto a 40 blancos arrastrando unos botes, desnutridos y enfermos de escorbuto que incluso les compraron una pequeña foca. Como prueba los inuits le entregaron objetos que fueron identificados como pertenecientes a la expedición perdida de Franklin.Los inuits dijeron así mismo que habían visto restos de cadáveres mutilados y que uno de los barcos estaba encallado en el hielo y totalmente congelado, por lo que Rae siguió buscando y aunque no halló el buque dio con algunos restos mortales que mostraron que algo raro había pasado. Alguien había hecho incisiones en la base de los cráneos y había “sorbido” literalmente los cerebros, les habían cortados las manos y extraído el corazón.

Antes estas sospechas cuando menos de canibalismo lady Jane Franklin, la mujer del jefe de la expedición, sufragó un viaje capitaneado por Leopold McClintock que siguiendo las pistas aportadas por Rae halló numerosos cuerpos, botes, enseres y una nota en la isla del Príncipe Guillermo en la que se decía que Franklin había muerto y que tras encallar los barcos durante dos inviernos consecutivos, los supervivientes iniciaban camino hacia el sur por tierra.


La leyenda.

Ahora, es cuando surgen multitud de preguntas. Si los expedicionarios llevaban alimentos para tres inviernos ¿cómo es que sólo aguantaron dos? ¿Por qué abandonaron los barcos si tenían combustible suficiente para tres años y cómo es que no lograron romper el hielo? ¿Hubo actos de canibalismo entre ellos?

La Inglaterra victoriana quedó conmocionada porque los hallazgos de McClintock, huesos cortados e incluso fragmentos humanos en ollas mostraban que los expedicionarios se habían comido unos a otros, pero… ¿y las latas? Las provisiones no podían haberse agotado ten pronto.

Los inuits que habitaban la isla del Príncipe Guillermo, abandonaron repentinamente la zona tras calificar aquello como “un mal año” y decían que se había producido una cruenta batalla en uno de los barcos entre los blancos y los Toonijuk, unos seres colmilludos y llenos de pelo que son el equivalente esquimal al Big-Foot. Al parecer, según ellos, esto había provocado que los expedicionarios abandonaran las naves. Los antropólogos descartan que los esquimales atacaran a los ingleses pues son un pueblo muy pacífico pero ¿por qué abandonaron la zona dejando sus poblados?

Para rematar el asunto, en los años ochenta varios investigadores canadienses sometieron a análisis los cuerpos de varios marinos de la expedición (de hecho las momias de tres de ellos fueron halladas en estado de perfecta conservación) y encontraron que contenían elevadísimos niveles de plomo.

¿Por qué?

La respuesta es sencilla: las latas se sellaban en su interior con este metal pesado altamente tóxico, de hecho, cuarenta años después en Inglaterra se prohibió su uso para sellar latas de alimentos.

¿Qué pasó? ¿Fue todo una concatenación de hechos desgraciados? Encallaron, el frío, el envenenamiento que quizás les impidió usar las provisiones…. no se sabe con certeza. Eran expertos marinos, luego…¿por qué abandonaron las naves teniendo combustible y se arriesgaron a morir en una caminata de incierto final?¿Qué ocurrió? ¿Contaron la verdad los inuits? ¿Por qué dejaron los esquimales la isla abandonando enseres y poblados enteros?

Hoy día sabemos una cosa, el viaje de Franklin fue digno de película de miedo y algo extraño, al menos, ocurrió.

jueves, 24 de marzo de 2011

¿EXISTIÓ REALMENTE EL HOMBE DEL SACO?

Bueno, amigos, pues ésta es la pregunta. Todos recordamos esas leyendas, “el hombre del saco”, un tipo que pasaba por los pueblos con una inmensa saca de tela y que se llevaba a los niños para cometer con ellos los crímenes más atroces. Hablamos de otra España, rural, de pequeñas poblaciones. Los niños de mi generación jugábamos en la calle, todo el día, en un solar, en un huerto. Jugábamos al fútbol , a policías, a churromediamangamangotero, al escondite….y claro, nuestros padres tenían que inculcarnos algo fundamental en niños que pasaban muchas horas sin el control de un adulto: no había que aceptar golosinas ni mucho menos quedar a solas nunca con un desconocido. La leyenda del “hombre del saco” era muy útil al respecto. Pero…. ¿hay una base real en esto?

Pues aquí nos mojamos, así que diremos que en todas las leyendas hay una base real y la respuesta es, rotundamente: SÍ, EL HOMBRE DEL SACO EXISTIÓ.

Pero, como dirían los forenses vayamos por partes:

En nuestra memoria reciente hay varios casos a finales del XIX y principios del XX que contribuyeron a que la leyenda arraigara en el subconsciente colectivo. La base de la leyenda es, como veremos en varios de los casos, la creencia supersticiosa de que ingerir la sangre de un infante y utilizar su grasa como cataplasma pectoral podía curar la tuberculosis. Aquello dio lugar a la existencia de Sacamantecas, tipos despreciables, que en una España rural, pobre e ignorante, estaban dispuestos al crimen por unas pocas monedas. Veamos esos casos:

Manuel Blanco Romasanta, 1854

Este angelito que veis aquí es el Hombre Lobo de Allariz, interesantísimo caso que supone el primero de los que impulsó la leyenda del Sacamantecas en la España del XIX. Romasanta fue confundido con una niña de pequeño, de baja estatura y afeminado, se dedicaba a la venta ambulante en un carromato por pueblecitos de la Galicia profunda de aquellos años. No le resultó difícil convencer a varias mujeres de que le acompañaran con el propósito de conseguirles trabajo en Santander como domésticas. Una vez fuera de los pueblos, las mataba; al parecer, con sus propias manos y a dentelladas. Luego extraía la grasa a sus víctimas que utilizaba para hacer jabón o que vendía como unto, supuestamente de cerdo. Su juicio fue sonado y el individuo ampliamente estudiado ya que en aquellos años se creía que la Frenología era una ciencia exacta y que el aspecto, tamaño y proporciones del cráneo predisponían al crimen. Además, el tipo se creía HOMBRE-LOBO y decía cometer los crímenes convertido en un auténtico lobo. Fascinante caso que aunaba la licantropía con la leyenda del hombre del saco. Por cierto, la película "Romasanta" no está mal.

Juan Díaz de Garayo 1881

Este tipo de aspecto brutal es Juan Díaz de Garayo. Este peligroso psicópata era un destripador al estilo de Jack the Ripper que en al menos en un par de casos extrajo la grasa abdominal a sus víctimas a las que solía violar tras haber asesinado de manera brutal. Parece que usó la grasa como combustible. Asoló Álava con una serie de crímenes brutales sobre prostitutas. Mató mujeres de entre 13 y 55 años entre los años 1870 y 1879. Era un hombre de aspecto fiero, grande, de nariz aguileña y cráneo enorme y desproporcionado. De hecho, fue capturado porque una niña, al ver su aspecto fiero le dijo: “Tú eres el sacamantecas”. Lógicamente se armó un gran revuelo y rodeado por un montón de gente, Garayo, incomprensiblemente, se vino abajo y confesó. Su caso, al tener ese aspecto tan desagradable, impulsó aún más la leyenda del Sacamantecas.


Francisco Leona, 1904

Bueno amigos, pues la leyenda iba asentándose y a ello contribuía que el aspecto de los Sacamantecas, ampliamente difundido por la prensa sensacionalista de la época, era como para asustar al más templado. Éste que vemos aquí, Francisco Leona que, como sus compañeros, parece sacado de los Santos Inocentes es el culpable, junto con una curandera y su hijo subnormal, de la muerte de un niño en Gádor, Almería, allá por el año 1904. Mataron al niño Bernardo González para extraerle la sangre clavándole un afilado estilete en la axila. Luego, le extrajeron la grasa corporal. La criatura estaba viva durante el proceso y fue asesinada rompiéndole el cráneo cuando fue abandonado en un paraje desolado dentro de un saco. El móvil no era sino curar la tuberculosis a un vecino adinerado y supersticioso, Francisco Ortega "el moruno".

José González Tovar 1913

Este asesino conocido "el moreno", asesinó en la Málaga de principios de siglo al niño Manolito Sánchez. Al parecer perpetró el crimen ayudado por su compinche Francisco Villalba España, alias "el trapero". Estos dos desaprensivos desangraron al niño para que una persona de posibles acudiera en su carruaje en mitad de la noche para beber la sangre del infante. Nunca se supo quién era el tuberculoso que pagó por aquello pero todas las sospechas apuntaron al conocido torero Gómez Brailey.

Enriqueta Martí, la Vampira del carrer Ponent, 1914

La única mujer del grupo. Mirad su rostro. Da miedo ¿eh? Esta mujer, Enriqueta Martí era una auténtica delincuente. Está entre lo que los pisquiatras llamarían hoy día asociales. Una persona sin atisbo alguno de remordimiento que fue: prostituta, ladrona, estafadora, proxeneta, bruja y asesina. Otro angelito. Volvemos a la España del XIX : misera, hambre, una inmensa ciudad como Barcelona con muchos niños de la calle, hijos de inmigrantes abandonados que malvivían como podían. Había gente rica, una burguesía pasada de rosca que no sabía en que gastar el dinero y, como ahora, existían los pedófilos. Solo que entonces no tenían que ir a Sudamérica o Thailandia. Había niños abandonado a miles. Esta mujer, de día vestía de negro y ejercía la mendicidad acompañada por niños de corta edad. A la noche tenía una red de pisos donde prostituía a niños y niñas. Pisos a los que acudía gente importante, e incluso damas y a cuyas puertas paraban lujosos carruajes. Se creía bruja y preparaba pócimas y ungüentos, entre ellos remedios contra la tuberculosis. Cuando uno de sus niños estaba ya "muy visto" en sus burdeles lo mataba y, literalmente, lo aprovechaba todo. Y digo todo: pelo, huesos que trituraba y lo más solicitado por gente de dinero, la sangre y la grasa. Otra vez por el cáncer de aquella época: la tuberculosis.

Cuando fue detenida, los forenses hallaron huesos de 12 niños al menos en uno de sus pisos francos. Desde lactantes hasta los nueve años. Ella se jactó de que su caso no llegaría a juicio porque tenía clientes muy importantes y amenazaba con tirar de la manta, y así fue. Murió linchada en la cárcel a manos de las otras presas aunque hay quien dice que antes de comenzar la agresión ya estaba muerta, posiblemente se desplomó envenenada.


CONCLUSIÓN: podemos afirmar sin riesgo a equivocarnos que en aquella España de finales del siglo XIX y comienzos del XX SÍ EXISTIÓ EL HOMBRE DEL SACO. Buscavidas, delincuentes y asesinos que en un entorno miserable y acuciados por el hambre, dieron rienda suelta a sus tendencias psicopáticas y no dudaron en cometer los más atroces crímenes para abastecer a gente adinerada de sangre y grasa de niños para , supuestamente, curar la tuberculosis. El aspecto horrible, imponente y primitivo de aquellos tipos, bien difundido por la prensa sensacionalista, sentó las bases de una leyenda que se apoyaba en traperos, vendedores nómadas, que, en varios casos, hasta utilizaban un saco. Amigos, todas las leyendas, todas, tiene una base real, por pequeña que sea.

Hasta la próxima.

miércoles, 16 de marzo de 2011

LA BESTIA DE GÉVAUDAN


Terror en la Francia prerrevolucionaria ¿Qué era realmente la bestia de Gévaudan? Sigue leyendo si quieres saberlo

Francia, 1764, primavera. Cerca de la localidad de Langogne una joven pastora ve aparecer una extraña bestia que le ataca. Sus perros no reaccionan pero sus bueyes hacen frente al monstruo y logra escapar con vida. Éste es el pistoletazo de salida de una historia de pesadilla que asoló realmente a la región de Gévaudan una comarca pobre y algo aislada en la muy poblada Francia de la época.

El 30 de junio siguiente se produce un nuevo ataque: una niña de 14 años, Jeann Baoulet es hallada muerta y devorada cerca de Saint-Etienne de Lugdares, a tres leguas del lugar del primer incidente. A partir de ahí, la pesadilla se materializa, en tres meses la bestia mata a dos niñas, dos niños y una mujer. Ésta última en la misma puerta de su casa, donde es degollada por la bestia que bebe su sangre. Inmediatamente cunde el pánico, no obstante el párroco Francois Fabre llegó a censar documentalmente las víctimas de la bestia que ascienden a 70 muertos de 146 ataques.

La bestia era un animal carnívoro del tamaño de un pequeño asno

Las autoridades locales toman cartas en el asunto, era habitual que aquellos montes estuvieran plagados de lobos y se inician batidas. No sirve de nada. Son enviados a la zona los Dragones del Rey, un cuerpo de élite que no sólo no captura a la bestia sino que asolan la zona agotando la caza y molestando a la población civil casi como una fuerza de ocupación.

Pero la bestia existe, el capitán Duhamel se topa con ella y la persigue, los disparos no la derriban, es del tamaño de un asno y corre más que el caballo del militar. Increíble. Las muertes aumentan a un ritmo vertiginoso, la bestia aumenta la frecuencia de sus incursiones y lo que es peor, su atrevimiento: llega a matar incluso en los pueblos. Se ofrece una recompensa de casi 9200 libras que atrae cazadores de toda Europa. Los lobos de la zona son diezmados. Nada. Comienzan los disturbios, la gente llana se queja de que el Estado no les protege, los curas de la zona apuntan a un origen demoníaco del monstruo por los pecados de sus feligreses y el rey envía refuerzos. Los enemigos de Francia, Inglaterra y Prusia, comienzan a jactarse de que el ejército francés no es capaz de cazar a un simple lobo. El asunto comienza a convertirse en un problema de política interna que el rey quiere zanjar a toda costa.

Una valiente joven sobrevive a un ataque armada con un palo en cuyo extremo había atado un cuchillo que clava en el pecho del monstruo. Ahí los ataques disminuyen ligeramente durante unos meses. No olvidemos que el animal iba a un ritmo de unas dos víctimas por semana.

Una valiente pastora logró herir a la bestia

Al fin, un cazador mata a una enorme loba y se desata la euforia, la bestia ha muerto y es llevada a Versalles disecada. Pero no. La bestia vuelve a atacar para desesperación de las autoridades. ¿A qué se enfrentan? Éste es el verdadero problema. Hay testigos y supervivientes de la bestia que es descrita como un animal enorme, de hocico afilado, con una raya negra que va desde el lomo a la cola que termina en un pequeño penacho, rayas negras en los cuartos traseros, la cabeza es ancha, el pelo rojizo, los dientes inmensos y sus mandíbulas muy potentes. Ataca sobre todo a niños y mujeres, mozas. A todos les arranca el cuero cabelludo (por este motivo muchos lograron escapar con vida aunque desfigurados), corta la cabeza del cadáver, devora el corazón, los pulmones y sobre todo bebe la sangre de los cuerpos. ¿Qué alimaña responde a dicha descripción ya tal comportamiento? Ninguno conocido en la Europa de la época. No ataca al ganado pero sí a los pastores. Extraño.

Comienza a rumorearse que es una bestia amaestrada por un joven, Antoine Chastel, ayudado por un noble, el marqués de Apcher. Curiosamente, el padre del primero, un cazador destacado, Jean Chastel, funde dos medallas de plata de la Virgen para fabricar sendas balas que hace bendecir. En una batida en el bosque de Teynazére se encuentra con la bestia y sin dejar de rezar y encomendarse a la Virgen dispara en compañía de otro cazador. El tiro de Chastel rompe las vértebras cervicales del monstruo y un disparo del compañero del cazador le rompe una pata trasera. La bestia de Gévaudan ha muerto.

El animal fue torpemente disecado y cuando Chastel llega a Versalles el rey se enfada por el estado de putrefacción en que se encuentra. Los huesos se conservaron en el Museo Real donde ardieron en un incendio en el año 1830.

Hipótesis.

Es un hecho probado que hubo multitud de muertes en Gévaudan y que éstas fueron brutalmente despedazadas y devoradas. El CNRS -Centro Nacional para la Investigación Cientifíca en Francia- ha investigado numerosas violaciones y agresiones que se daban en la época sobre pastorcillas de la zona y concluye que las víctimas pudieron haber sido atacadas por algún asesino o asesinos en serie (con uno modus operandi similar al de Jack el Destripador) y que los cuerpos eran devorados por las alimañas. Esta teoría tiene una falla, hubo testigos y supervivientes de los ataques de la bestia. El cirujano que hizo de taxidermista tras la muerte de la bestia (hizo un mal trabajo) estudió al animal y lo describió como un lobo enorme, de color rojizo y macho.

Algunos, los amantes de la Ciptozoología, apuntan hacia a un animal relicto, quizá el último de alguna especie como un lobo de los Alpes o algún animal similar. Otros (quizá una teoría de las más verosímiles) piensan en un híbrido lobo-perro enorme, quizá tipo dogo, mastín o gran danés. El zoólogo Gerard Menatory (que actualmente está intentando la rehabilitación del lobo en esta zona), sostiene en su libro La Fiera de Gévaudan que probablemente la fiera era un animal que habia crecido y vivido junto a un hombre, seguramente Antoine Chastel. Según él, este último era un loco asesino que protegía y escondía a su fiera, con toda probabilidad una hiena proveniente de África o un animal similar. Recomiendo la visualización de la película “El pacto de los lobos” que refleja bastante bien lo sucedido.

Otra posibilidad es que fuera un animal exótico escapado de los zoos particulares con que se deleitaban los riquísimos nobles de la época donde criaban leones, tigres y leopardos. La hipótesis de la hiena no cuadra con la agilidad felina de la bestia y no es un animal que se comporte de dicha forma. Tampoco los lobos suelen atacar al hombre y menos de esa forma y en solitario.

En definitiva, al no quedar restos del animal (un análisis del ADN nos hubiera dado muchas pistas) sólo podemos afirmar una cosa, que entre 1764 y 1767, un extraño depredador, un cazador de hombres, mató entre 70 y 140 personas en una paupérrima comarca del departamento de Lozêre. ¿Qué era realmente la bestia de Gévaudan? Pues allá va mi explicación: como biólogo, después de buscar y rebuscar un animal que respondiera a las características de los testigos he llegado a una conclusión. Está claro que era un animal que no era típico de la Europa de la época, grande, como un burro pequeño. Más rápido que un caballo y con una agilidad felina. De enormes fauces. Con una especie de melena sobre el lomo y un penacho al final de la cola( estos recuerda a un león) y con los cuartos traseros atigrados (esto nos recuerda a un tigre). ¿Hay algún animal así? Pues sí, mirad la foto que adjunto.

Hay dos tipos de híbridos entre leones y tigres: el cruce de tigresa y león da el LIGRE, el felino más grande que existe. Algunos han llegado casi a los 4 metros. El cruce de leona y tigre da el TIGÓN o TIGRÓN, una animal más pequeño que el anterior y por tanto menos imponente. Este tipo de cruces no se dan en la naturaleza ya que leones y tigres no comparten hábitat ero sí en cautividad. Es probable que la bestia de Gevaudan fuera uno de estos híbridos surgido en un zoo particular y que escapó hallando una zona boscosa con presas fáciles: pastores y pastoras, niños que cuidaban el ganado. Hay casos documentados de cazadores de hombre entre los tigres e incluso entre los leones, recordad los leones de Tsavo de los que hablaremos en el futuro.