jueves, 24 de marzo de 2011

¿EXISTIÓ REALMENTE EL HOMBE DEL SACO?

Bueno, amigos, pues ésta es la pregunta. Todos recordamos esas leyendas, “el hombre del saco”, un tipo que pasaba por los pueblos con una inmensa saca de tela y que se llevaba a los niños para cometer con ellos los crímenes más atroces. Hablamos de otra España, rural, de pequeñas poblaciones. Los niños de mi generación jugábamos en la calle, todo el día, en un solar, en un huerto. Jugábamos al fútbol , a policías, a churromediamangamangotero, al escondite….y claro, nuestros padres tenían que inculcarnos algo fundamental en niños que pasaban muchas horas sin el control de un adulto: no había que aceptar golosinas ni mucho menos quedar a solas nunca con un desconocido. La leyenda del “hombre del saco” era muy útil al respecto. Pero…. ¿hay una base real en esto?

Pues aquí nos mojamos, así que diremos que en todas las leyendas hay una base real y la respuesta es, rotundamente: SÍ, EL HOMBRE DEL SACO EXISTIÓ.

Pero, como dirían los forenses vayamos por partes:

En nuestra memoria reciente hay varios casos a finales del XIX y principios del XX que contribuyeron a que la leyenda arraigara en el subconsciente colectivo. La base de la leyenda es, como veremos en varios de los casos, la creencia supersticiosa de que ingerir la sangre de un infante y utilizar su grasa como cataplasma pectoral podía curar la tuberculosis. Aquello dio lugar a la existencia de Sacamantecas, tipos despreciables, que en una España rural, pobre e ignorante, estaban dispuestos al crimen por unas pocas monedas. Veamos esos casos:

Manuel Blanco Romasanta, 1854

Este angelito que veis aquí es el Hombre Lobo de Allariz, interesantísimo caso que supone el primero de los que impulsó la leyenda del Sacamantecas en la España del XIX. Romasanta fue confundido con una niña de pequeño, de baja estatura y afeminado, se dedicaba a la venta ambulante en un carromato por pueblecitos de la Galicia profunda de aquellos años. No le resultó difícil convencer a varias mujeres de que le acompañaran con el propósito de conseguirles trabajo en Santander como domésticas. Una vez fuera de los pueblos, las mataba; al parecer, con sus propias manos y a dentelladas. Luego extraía la grasa a sus víctimas que utilizaba para hacer jabón o que vendía como unto, supuestamente de cerdo. Su juicio fue sonado y el individuo ampliamente estudiado ya que en aquellos años se creía que la Frenología era una ciencia exacta y que el aspecto, tamaño y proporciones del cráneo predisponían al crimen. Además, el tipo se creía HOMBRE-LOBO y decía cometer los crímenes convertido en un auténtico lobo. Fascinante caso que aunaba la licantropía con la leyenda del hombre del saco. Por cierto, la película "Romasanta" no está mal.

Juan Díaz de Garayo 1881

Este tipo de aspecto brutal es Juan Díaz de Garayo. Este peligroso psicópata era un destripador al estilo de Jack the Ripper que en al menos en un par de casos extrajo la grasa abdominal a sus víctimas a las que solía violar tras haber asesinado de manera brutal. Parece que usó la grasa como combustible. Asoló Álava con una serie de crímenes brutales sobre prostitutas. Mató mujeres de entre 13 y 55 años entre los años 1870 y 1879. Era un hombre de aspecto fiero, grande, de nariz aguileña y cráneo enorme y desproporcionado. De hecho, fue capturado porque una niña, al ver su aspecto fiero le dijo: “Tú eres el sacamantecas”. Lógicamente se armó un gran revuelo y rodeado por un montón de gente, Garayo, incomprensiblemente, se vino abajo y confesó. Su caso, al tener ese aspecto tan desagradable, impulsó aún más la leyenda del Sacamantecas.


Francisco Leona, 1904

Bueno amigos, pues la leyenda iba asentándose y a ello contribuía que el aspecto de los Sacamantecas, ampliamente difundido por la prensa sensacionalista de la época, era como para asustar al más templado. Éste que vemos aquí, Francisco Leona que, como sus compañeros, parece sacado de los Santos Inocentes es el culpable, junto con una curandera y su hijo subnormal, de la muerte de un niño en Gádor, Almería, allá por el año 1904. Mataron al niño Bernardo González para extraerle la sangre clavándole un afilado estilete en la axila. Luego, le extrajeron la grasa corporal. La criatura estaba viva durante el proceso y fue asesinada rompiéndole el cráneo cuando fue abandonado en un paraje desolado dentro de un saco. El móvil no era sino curar la tuberculosis a un vecino adinerado y supersticioso, Francisco Ortega "el moruno".

José González Tovar 1913

Este asesino conocido "el moreno", asesinó en la Málaga de principios de siglo al niño Manolito Sánchez. Al parecer perpetró el crimen ayudado por su compinche Francisco Villalba España, alias "el trapero". Estos dos desaprensivos desangraron al niño para que una persona de posibles acudiera en su carruaje en mitad de la noche para beber la sangre del infante. Nunca se supo quién era el tuberculoso que pagó por aquello pero todas las sospechas apuntaron al conocido torero Gómez Brailey.

Enriqueta Martí, la Vampira del carrer Ponent, 1914

La única mujer del grupo. Mirad su rostro. Da miedo ¿eh? Esta mujer, Enriqueta Martí era una auténtica delincuente. Está entre lo que los pisquiatras llamarían hoy día asociales. Una persona sin atisbo alguno de remordimiento que fue: prostituta, ladrona, estafadora, proxeneta, bruja y asesina. Otro angelito. Volvemos a la España del XIX : misera, hambre, una inmensa ciudad como Barcelona con muchos niños de la calle, hijos de inmigrantes abandonados que malvivían como podían. Había gente rica, una burguesía pasada de rosca que no sabía en que gastar el dinero y, como ahora, existían los pedófilos. Solo que entonces no tenían que ir a Sudamérica o Thailandia. Había niños abandonado a miles. Esta mujer, de día vestía de negro y ejercía la mendicidad acompañada por niños de corta edad. A la noche tenía una red de pisos donde prostituía a niños y niñas. Pisos a los que acudía gente importante, e incluso damas y a cuyas puertas paraban lujosos carruajes. Se creía bruja y preparaba pócimas y ungüentos, entre ellos remedios contra la tuberculosis. Cuando uno de sus niños estaba ya "muy visto" en sus burdeles lo mataba y, literalmente, lo aprovechaba todo. Y digo todo: pelo, huesos que trituraba y lo más solicitado por gente de dinero, la sangre y la grasa. Otra vez por el cáncer de aquella época: la tuberculosis.

Cuando fue detenida, los forenses hallaron huesos de 12 niños al menos en uno de sus pisos francos. Desde lactantes hasta los nueve años. Ella se jactó de que su caso no llegaría a juicio porque tenía clientes muy importantes y amenazaba con tirar de la manta, y así fue. Murió linchada en la cárcel a manos de las otras presas aunque hay quien dice que antes de comenzar la agresión ya estaba muerta, posiblemente se desplomó envenenada.


CONCLUSIÓN: podemos afirmar sin riesgo a equivocarnos que en aquella España de finales del siglo XIX y comienzos del XX SÍ EXISTIÓ EL HOMBRE DEL SACO. Buscavidas, delincuentes y asesinos que en un entorno miserable y acuciados por el hambre, dieron rienda suelta a sus tendencias psicopáticas y no dudaron en cometer los más atroces crímenes para abastecer a gente adinerada de sangre y grasa de niños para , supuestamente, curar la tuberculosis. El aspecto horrible, imponente y primitivo de aquellos tipos, bien difundido por la prensa sensacionalista, sentó las bases de una leyenda que se apoyaba en traperos, vendedores nómadas, que, en varios casos, hasta utilizaban un saco. Amigos, todas las leyendas, todas, tiene una base real, por pequeña que sea.

Hasta la próxima.

5 comentarios:

  1. Aquí en México es conocido como "El Viejo del Costal" y me imagino que la base histórica es la misma.

    En alguna ocasión me toco ver a un "hombre del saco" pero yo ya no era tan niño... estábamos varios amigos tirados en la calle a altas horas de la noche tomando cervezas cuando paso frente a nosotros, sucio, viejo y aparentemente lisiado de una pierna, me asusto cuando me dijo "La muerte te va a llevar..." Me imagino que antes de terminar así fue un hombre inteligente, capaz de infundir miedo hasta con lo más simple.

    Digo lo último porque inevitablemente... la muerte me va a llevar, ¡a mi y a todos!

    Saludos.

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  2. El hombre del saco mora en La Moncloa...

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  3. Muy buena tu entrada!! la verdad es que yo también vi al hombre del saco como comentaba Pancho, pero fue en un colegio y si no mal recuerdo uso el viejo truco de la golosina. Por suerte que están nuestras madres para advertirnos...

    Aprovecho para agradecerte y felicitarte por tus novelas (quizás este no es el lugar adecuado, pero no he encontrado otra manera...). Agradecerte que compartas con nosotros esas magnificas obras que a mi personalmente me hacen el camino al trabajo más ameno y felicitarte por que (al menos para mi) son un excelente trabajo. No estaría de más que nuestro amigo Victor Ros voviera a las andadas de su excedencia... aunque me parece que me voy a quedar con ganas de más.

    Un saludo.

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  4. Pasaba por aquí y veo el comentario de Betty, me sumo a la causa de que vuelva el detective Victor Ros.

    Aun me falta leer "El misterio de la casa Aranda" pero "El caso de la viuda negra" fue realmente bueno.

    Saludos

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  5. Buen trabajo! ¿Para cuándo otro de estos misterios que no te dejan dormir? De momento, y mientras seguimos a la espera, el que suscribe seguirá paseando por las Ramblas junto a Victor Ros, dándole vueltas al Enigma de la Calle Calabria.
    un saludo
    Versatil84

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